Las visitas a las aulas son una de las formas más importantes de evaluación del profesorado en las escuelas modernas. Normalmente, consiste en que un director o un equipo de responsables del centro asisten a una sesión de clase para hacer observaciones y, a continuación, dar su opinión a los profesores. En circunstancias ideales, tanto los profesores como los administradores estarán de acuerdo en qué tipo de cosas son relevantes para la observación y tendrán un diálogo profundo y práctico que los conecte con la retroalimentación.
Sin embargo, en realidad, las evaluaciones de los profesores tienden a verse más como un obstáculo que un profesor tiene que superar, que como una sesión positiva destinada a mejorar su rendimiento. Muchos profesores ven las evaluaciones como si tuvieran una finalidad punitiva, por lo que una evaluación se convierte más en un examen que hay que superar que en una oportunidad para reflexionar y promover el crecimiento personal.
Esta desconexión entre profesores y administradores puede deberse a muchas causas, como la falta de comunicación de las expectativas y la falta de colaboración entre profesores y administradores. En muchos casos, los profesores no tienen la sensación de recibir información pertinente y práctica que pueda servirles de base.
Desgraciadamente, esto significa que muchas evaluaciones no se realizan con plena confianza. Concretamente, los líderes y los administradores tienden a pensar que las evaluaciones tienen más éxito que los profesores en la consecución de los objetivos previstos. El problema es que no existe una comprensión sólida de las obligaciones y expectativas que cada persona puede esperar de los demás con respecto a su papel en una comunidad escolar.
Existe el mito de que las inspecciones tienen mucho éxito, pero lo cierto es que algunas cosas no se observan, o no se observan con la profundidad que merecen. El resultado es que han surgido varios mitos sobre la eficacia de los walkthroughs en el aula. Examinando estos mitos, podemos esperar que la realidad del éxito de las evaluaciones de la enseñanza esté a la altura de esos mitos.
1. Compromiso activo frente a compromiso conforme
La participación es a menudo un parámetro clave que buscan los observadores. La participación se considera algo que puede determinarse viendo si el alumno está sentado, asiente con la cabeza y responde a las preguntas. Sin embargo, hay una diferencia entre lo que podríamos llamar compromiso activo y compromiso conforme. El compromiso auténtico es algo más que seguir la rutina del aula de asentir y tomar apuntes. El objetivo de la participación activa es que los alumnos formulen preguntas, participen en el diálogo y se comprometan con sus propias respuestas, no sólo con las que creen que los profesores quieren oír. Este es uno de los puntos fuertes del debate como medio de instrucción. Los formatos basados en el debate permiten una mejor evaluación de la participación activa en lugar de la mera participación conforme.
2, Mentalidad de crecimiento
Desde el libro de Dweck de 2007 sobre el rendimiento de los estudiantes, gran parte de la instrucción pedagógica se ha interesado en suplantar una mentalidad de crecimiento en los estudiantes. Mientras que una mentalidad fija es aquella en la que los estudiantes creen que sus destrezas, talentos y habilidades son relativamente fijos y se consideran barreras para el logro, una mentalidad de crecimiento enseña a los estudiantes a ver sus destrezas y talentos como cosas que pueden mejorarse mediante la práctica y el perfeccionamiento. Con una mentalidad de crecimiento, se hace hincapié en la posibilidad de mejorar y en la capacidad de superar lo que podrían parecer límites estrictos. El problema es que muchas escuelas actúan como si estuvieran inculcando una mentalidad de crecimiento cuando en realidad no es así.
3. Responder a las preguntas
Uno de los principales criterios utilizados en la evaluación de los profesores es la presencia de éstos formulando preguntas a los alumnos. Sin embargo, hay que distinguir entre las preguntas superficiales y las profundas. El riesgo es que los alumnos empiecen a hacer preguntas basándose en lo que creen que el profesor quiere oír, en lugar de hacerlo a partir de un proceso crítico de examen de sus propias ideas. Por lo tanto, no hay que centrarse en el cuestionamiento en sí, sino en un tipo específico de cuestionamiento.
4. Los recorridos son minuciosos
Uno de los principales mitos es que los recorridos son muy completos. En realidad, no lo son tanto como nos gustaría pensar. El problema es que las revisiones sólo captan una instantánea del proceso de enseñanza y no pueden detectar patrones que sólo pueden observarse a través de múltiples lecciones. Además, a menudo se centran en identificar comportamientos conformes en lugar de comportamientos realmente interesantes.
5. Hablar con el profesor
Muy a menudo, el tiempo de clase está dominado por la charla del profesor y tiene relativamente pocas preguntas de los alumnos. La investigación ha demostrado que, cuando no es en el contexto de las observaciones, los alumnos suelen hacer una media de 2 preguntas a la semana, mientras que los profesores tienen aproximadamente 200 preguntas al día. Se trata de una gran discrepancia entre el tiempo de conversación del profesor y del alumno que no siempre es evidente en el contexto de una observación formal.
6. Cooperación
Con demasiada frecuencia, se confunden los asientos cooperativos con el compromiso cooperativo. Por ejemplo, la disposición cooperativa de los asientos no será tan eficaz si la naturaleza del compromiso no es cooperativa. La investigación ha demostrado que, muy a menudo, los alumnos pueden estar sentados de forma cooperativa pero dedicados a tareas y actividades individuales.
7. Interacción uno a uno
Debemos tener cuidado con la interacción individual en el aula. Obviamente, la interacción uno a uno es deseable, pero debemos tener en cuenta que la sustancia del método de instrucción es tan importante como el formato. Por ejemplo, la interacción uno a uno quizá no sea todo lo eficaz que podría ser, ya que acaba en un consumo memorístico del material en lugar de en una participación activa.
Es importante que tanto los profesores como los administradores tengan claro qué tipo de expectativas deben demostrar en el aula. El problema es que la falta de confianza relacional entre las partes hace que algunos aspectos de las evaluaciones tradicionales de los alumnos resulten engañosos. Deberíamos preocuparnos más por el impacto que tienen nuestros métodos y no utilizar la presencia de un método concreto como prueba directa del éxito de la práctica docente. Muchas de las métricas de las inspecciones pueden considerarse superficiales, por lo que nosotros, como comunidad educativa, tenemos la obligación de profundizar para disipar estos mitos sobre las inspecciones de las aulas.