Personalización

La personalización describe una experiencia de aprendizaje global, que se adapta a la preparación y las preferencias de los individuos. La personalización incorpora aspectos de individualización y diferenciación, que se refieren a la instrucción adaptada a las necesidades de aprendizaje de los distintos alumnos y a la instrucción adaptada a las preferencias de aprendizaje de los distintos alumnos (Hattie, 2009; Departamento de Educación de EE.UU., 2010). Al igual que estos enfoques establecidos, la personalización pretende servir como alternativa a un modelo de enseñanza y aprendizaje de "talla única", en el que los alumnos reciben una instrucción y una evaluación estandarizadas en entornos de aula tradicionales (Tomlinson, 2015; Tomlinson y Strickland, 2005; Yonezawa, 2012).

La personalización engloba las prácticas y estrategias que denotan estos términos, pero difiere en su inclusión de un enfoque que varía en función de los contextos y las partes interesadas, como la progresión basada en competencias y la instrucción impulsada por el alumno (Seel, 2012; Mohammed, 2016; Pane et al. 2015). Desafiar adecuadamente a los alumnos es un tema primordial en la investigación, que trata explícitamente de la personalización con el fin de alcanzar y empujar a los alumnos en diferentes niveles de desarrollo, una idea con raíces en el concepto de Vygotsky de la zona de desarrollo próximo (ZDP). La capacidad de respuesta al nivel individual de desarrollo se relaciona con las teorías subyacentes de la diferenciación y la enseñanza de capacidades mixtas mediante la realización de ajustes que atienden a las necesidades de los alumnos, pero va más allá al utilizar trayectorias de aprendizaje individualizadas para llegar a los límites superiores de las capacidades de los alumnos y hacer crecer su agencia, lo que en última instancia conduce al cumplimiento de las competencias (Cleary y Zimmerman, 2004; Cordova & Lepper, 1996; Deci & Moller, 2005; Lawrence-Brown, 2004; The Learning Accelerator, 2015; Tomlinson & Strickland, 2005; Santamaria, 2009; Valiandes et al., 2011).

También hay pruebas significativas de que hacer que los alumnos impulsen su propio aprendizaje (por ejemplo, estableciendo objetivos, creando y gestionando planes, reflexionando sobre el progreso, etc.) facilita el compromiso, la motivación y la agencia del alumno, así como promueve un camino hacia experiencias cognitivamente exigentes (Mohammed, 2016; The Learning Accelerator, 2015; Pane et al., 2015; Tomlinson & Strickland, 2005).

En investigaciones más recientes, las estructuras que permiten diversas demostraciones de dominio se consideran medios eficaces para personalizar la experiencia de aprendizaje (Hall, 2002; Hattie, 2009; Pane et al., 2015; Toshalis y Nakkula, 2012; Yonezawa, 2012). Además, existe un fuerte apoyo a la personalización según los modos de aprendizaje o cómo los alumnos acceden, se enfrentan y demuestran el aprendizaje (Cleary y Zimmerman, 2004; Tomlinson, 2014).